miércoles, 30 de julio de 2008

¡A bailar, a reir...macabros!

Elige la canción que sonará en tu funeral. Es una propuesta que recogía un periódico de tirada nacional y que ha causado sorpresa e incluso críticas entre la gente que me escuchaba comentarlo. Mientras yo defendía que me parecía una buena idea, ellos me decían que era muy macabra.

Macabra... macabra... macabra... ¿y no es macabro pagar en vida la letra de tu entierro? Es verdad, eso es algo práctico porque sería una putada que tu familia tenga que hacer frente a los gastos de embalaje y envío el día que toque mandarte al otro barrio. Y es que somos ‘tan así’ que hasta la muerte la materializamos. Vale que pagues la letra de tu entierro, pero de letras de canciones ni hablar...¡¡qué macabro!!....(manda huevos).

Por suerte, sólo soy esclava de mi propia religión, erigida en base a un vulgar ‘corta y pega’, es decir, un picoteo de aquello que escucho o leo por ahí y que decido incluir en mi doctrina. Uno de los maestros del budismo, Sogyal Rimpoché, dice que “desde el punto de vista budista, la vida y la muerte son un todo único, en el cual la muerte es el comienzo de otro capítulo de la vida”.

Esta definición no me convenció demasiado (quizá por la inquietud que me provocan los nuevos capítulos), sin embargo, más adelante leí una frase de Buda que ayudó a que, de forma definitiva, incluyese este pensamiento en mi doctrina: “Vamos dispuestos para el baile y para la risa, pues ha habido una prolongación del tiempo de nuestra existencia”. Así que, lo dicho, a bailar y a reír... y como la que organiza la fiesta soy yo, yo seré quien elija la música.

¿La canción? será una sorpresa...

domingo, 13 de julio de 2008

Bendita

Miró a su alrededor y sólo vio oscuridad. Miró dentro de ella, todo estaba muerto.

Dolor… ahora esa palabra estaba viva, más viva que ella. Aferrada a él, símbolo de su esperanza, causa de lucha…ahora, fin de su vida.

Mirar atrás o al frente era indiferente ya. Pasado y futuro morían en sus brazos. Su mirada ya no albergaba miedos porque el miedo sólo existe cuando algo importa, cuando algo sientes y en ella ya no había nada.

Sentí su rabia sin fuerza. La vi mirar al cielo y confiar en la Luna. Lo dejó en su luz, allí donde ella pudiese acunarle siempre. Cuando el mar rozó sus dedos la ví llorar. Besó su frente y guardó en su cuerpo el recuerdo de ese último suspiro que la vida deja en la piel antes de morir. "Lo siento"...

Sintió la culpabilidad del loco en su cordura.
Bendita locura que ciega verdades...
Bendita
“NUEVE NIÑOS PIERDEN LA VIDA EN UNA PATERA Y SON ARROJADOS AL MAR" (El País, 10 de julio de 2008)

miércoles, 9 de julio de 2008

Amigos del G-8, cuidado con mi madre

-Mamá, no quiero más
-Termínatelo todo
-¡Pero es que no quiero más!
-¡Con la de niños que se mueren de hambre en el mundo y tú dejándote la comida!

Mi querida madre y yo llevamos 25 años manteniendo esta discusión en la mesa. Ya casi es una tradición. Nunca he conseguido hacerla entender que el hecho de que yo deje el plato limpio no va a hacer que los niños que pasan hambre dejen de hacerlo. Ojalá.

Sin embargo, he de reconocer que no todo el mundo es tan insolidario como yo y hay quien sí valora lo que tiene. Claro ejemplo de ello es la imagen que hoy publican los diarios de todo el mundo, en la que un grupo de amigos, cuyas madres les enseñaron que no hay que dejarse nada en el plato, comen hasta saciarse.

Maíz relleno de caviar, salmón ahumado y erizo de mar, bulbos de azucena y ajedrea, ternera de Kyoto bañada en algas y condimentada con espárragos y salsa de sésamo, rollitos de anguila a la plancha envueltos en bardana, pescado del Pacífico a la plancha con vinagreta de pimienta’ eran sólo algunos de los platos que figuraban en el menú. Y de postre ‘Degustación Fantasía del G-8’. Sí, el G-8, seguro que ahora lo entendéis todo.

Tratándose de los ocho líderes de cuyas decisiones depende el mundo, es normal que den ejemplo. Como hombres y mujeres responsables que son, saben que si están en una reunión en la que se aborda la pobreza en África, ¡qué mínimo que echar incluso barquitos en la sopa del menú de una cumbre que ha costado 356.346 millones de euros!. Ahí estaba Bush, Brown, Sarkozy y la gran Angela Merkel casi chupándose los dedos al terminar la cena. Y encima les acusan de derrochones, ¡pero si no se dejaron nada en el plato!

Amigos del G-8, os lo digo en serio, tened cuidado si os encontráis con mi madre porque yo al menos tengo la excusa de que desde mi posición no puedo acabar con el hambre en el mundo. ¡¡A ver cómo os justificáis vosotros!!

martes, 8 de julio de 2008

Eso significa que vives

Kafka decía que no había que desesperar ni siquiera por el hecho de que no desesperases porque, cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas. Eso significa que vives.

Desde mi último post, he estado esperando a ver si seguía viva, mirando a mi alrededor en busca de algo que me desesperase o me inspirase, algo que hiciera surgir nuevas fuerzas. Lo encontré, pero tuve que esperar unos días para no torcer los renglones al escribir.

“Somos el ejército nacional. Son ustedes libres”, fue lo que escucharon el miércoles pasado los 15 secuestrados por la guerrilla colombiana al ser liberados. Cuando lo leí en la portada de un periódico, la frase de Kafka vino de nuevo a mi mente... “Eso significa que vives”.

Ingrid Betancourt consiguió dejarme sin palabras cuando apareció ante los micrófonos, tras más de seis años en manos de las FARC, con una templanza, una tranquilidad y una cordura prácticamente intactas. Ese día decidí dejar de leer todo lo que se publique sobre ella porque quiero quedarme con esa imagen tan verdadera.

Y es que, mucho me temo que en cuanto Betancourt comience de verdad a vivir de nuevo, una parte del mundo comenzará de nuevo a matarla. Bastará con no adoptar la postura política que se espera de ella, o sencillamente no adoptar ninguna postura, entonces la víctima ya no será tan víctima y comenzarán a escribirse renglones torcidos tras los que algunos olvidarán que esta mujer dejó de vivir seis años y que ahora tiene todo el derecho a decir con libertad lo que no pudo decir en todo ese tiempo, a callar si es lo que quiere pero, sobre todo, tendrá derecho a equivocarse todo lo que no pudo hacerlo antes.

Bienvenida al sanatorio, Ingrid.