jueves, 6 de agosto de 2009

Tiempo

Era como si la aguja del segundero se hubiese vuelto loca y la que marcaba las horas todavía mantuviese la cordura. Conscientes ambas de que el tiempo transcurría a su ritmo, aquella pequeña se sentía con poder para cambiar las cosas.

Se equivocaba. El tiempo no depende de algo tan insignificante como un reloj. Las ruedas que provocan su movimiento es un mecanismo demasiado simple frente al alma.

Alma. Ése es el tiempo que nos queda.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y eso es mucho o poco tiempo?, ¿en minutos cuánto?...

Renglón Torcido dijo...

¿En minutos? ¿acaso no has entendido nada, Lunares?

Anónimo dijo...

Chica... que a mí me quitas el reló y estoy perdida, y sin embargo me quitas el alma y no pasa ná.

Estoy pensando que tú te has inventado toda esta historia de que el tiempo está en el alma para justificar que llegas tarde a todas partes. Conmigo no cuela, no...

Renglón Torcido dijo...

Me vas a perdonar Lunares, pero yo con el alma siempre llego a tiempo.

Aquí lo que pasa es que tú no tienes alma... en el reló.

Conmigo no cuela...